Primer trabajo práctico: ''El cantar de Roldán''



Resumen de lectura del ‘’Cantar de Roldán’’ desde la serie 88 a la 150.


En estas tiradas se desarrolla la batalla de Roncesvalles. Roldan, los doce pares junto con sus huestes, se preparan para enfrentarse en una batalla donde el número de enemigos es una desventaja para los soldados franceses, pero Roldán y sus tropas mantienen su fervor y valentía hasta el final.
El arzobispo Turpin consagra el campo de batalla como el espacio donde se purgarán todos los pecados. Aquí se puede notar una búsqueda por una recompensa celestial, que trasciende todas las riquezas mundanas. Hay un empecinamiento hacia un logro trasmundano.
Se produce el choque entre ambos bandos. Aeirot, el primo del Rey Marsil, tras arrojar palabras infaustas a los franceses, es el primero en caer a manos de Roldán, dándole una muerte hiperbólica y grotesca. 
Los doce pares van deshaciéndose de sus contrarios, uno por uno, concluyendo luego en su mayoría con una contestación al enemigo caído. Chamublo es destrozado también por Roldan (nótese aquí la predilección del conde por los espinazos, y las almas de sus enemigos). Las muertes son viscerales y gráficas: despedazamientos, decapitaciones, destripamientos, etc.
Roldan y sus hombres devastan al ejército de Marsil, pero también sufriendo daños significativos. 
En la segunda embestida ya aparece el Rey Marsil, liderando a la nueva ola de moros.
En este momento se da la primera descripción de un francés caído a manos de los musulmanes. Las muertes de los franceses, a cambio de la de sus enemigos, son menos sanguinarias y brutales. Otra particularidad que puede advertirse, es la presencia de diálogos muy ornamentados y dramáticos para tratarse de una batalla a muerte. Por cada muerte, ya sea del enemigo o de un compañero de armas, suelen complementarse con un diálogo al final que expresa la desdicha o la satisfacción, dependiendo del caso.
Las tropas de Roldán empiezan a sufrir las bajas más críticas, y a perder a sus egregios Doce Pares. De los veinte mil hombres de Roldan, sólo quedaron 60, después de haber soportado cinco olas de parte de los moros.
Una vez experimentada la masacre, Roldan se siente lo suficientemente convencido para llamar al Rey Carlos para que acuda a ayudarlos.
Oliveros reprocha la imprudencia de su amigo, y le asegura que si de alguna manera sobreviven, en él no encontrará perdón. Turpín intercede en la discusión, y propone tocar el olifante, que si bien ya es tarde para salvarlos, aún pueden ser vengados y recibir un entierro digno.
El sonido del olifante llega hasta el Rey Carlos, pero Ganelón hace lo posible para hacerles creer que se trata de un malentendido, pero sólo logra delatar su propia traición, lo que conlleva a que sea castigado y encarcelado.
Finalmente acaece la muerte de Oliveros, pero antes de desvanecerse, acude Roldan, el cual es atacado por su amigo, que no puede ver a causa de la sangre que le impide la vista. Roldan se despide y le reza para que su compañero sea recibido en el cielo como un héroe.


Otras observaciones:


La actitud terca y obstinada de Roldan es lo que desencadena la perdición de sus hombres, aunque Oliveros le halla advertido de los acontecimientos que podrían ocurrir, es decir, una eminente masacre.

La fórmula de combate se repite hasta 15 veces.

Hay una mención del cantar de gesta, que lo mencionan tres veces, como si el motivo de todo lo acontecido sea para un cantar póstumo.

Las armaduras de los moros son opulentas y onerosas. Sus escudos y armaduras están llenos de joyas y oro.



Apreciaciones personales:


Maisa retamoza:


Luego de leer estas tiradas pertenecientes a la obra “Canción de Rolando” y las anteriores, debo decir que el contenido socio-histórico y político que presenta es rico y variado puesto que no sólo describe la situación de los francos sino también del pueblo musulmán que había adquirido gran territorio imponiendo su fe. Motivo por el cual los cristianos dieron inicio a sus constantes enfrentamientos teniendo la obra como eje central: el enfrentamiento de cristianos y musulmanes.
Por una parte, al tener conocimientos previos de historia pude comprender aún más el ámbito que se describe en la obra por lo que tuve facilidad en relacionar los hechos narrados con los verdaderos. Aunque debo admitir que necesité recurrir a libros de historia en reiteradas ocasiones para contextualizar el hecho, con lo cual la bibliografía “La Edad Media” del autor José Luis Romero me fue también de gran ayuda.
Por otra parte, la única dificultad que se me presentó fue encontrarme con palabras desconocidas pero fueron resueltas con ayuda de diccionarios.



Gonzalo González:


De no ser por el orgullo y la necedad de Roldán, la masacre pudo haberse evitado, y aun así, su actitud necia y arrogante impulsó a elogiar su nombre en un cantar, como su protagonista y héroe principal.
Esta es la primera peculiaridad que, desde mi punto de vista como lector, me parece la más llamativa. Estas actitudes y personalidades, del caballero imprudente e insensato, no se sobreponen a los principios tan apreciados en ese entonces, del orgullo, la lealtad, y el fervor por el combate y la derrota del enemigo.
Incluso antes de la batalla, las acciones de Roldán ya habían influenciado en el desenlace. De no ser por sus malos tratos con su padrastro, Ganelón, este no hubiera sentido la necesidad de vengarse, traicionando a toda Francia.
Otro aspecto que no puedo prescindir ni dejar de lado, ya que a mi parecer es demasiado llamativo e inusitado, es la misma batalla en sí y como va desarrollándose.
En primer lugar, se destacan las muertes fantásticas, donde la fuerza de Roldán nos recuerda un poco al Aquiles de la Ilíada. Su brutalidad es explícita, dando muerte a sus enemigos de la manera más despiadada y sangrienta, llegando al punto de lo fantástico, puesto que sus hazañas parecen ser dignas de un semidios.
Y otra característica que no puedo eludir, son los diálogos o frases al final de cada muerte, en el campo de batalla. Si esta práctica se llevara a cabo en la realidad, sin duda se trataría de un espectáculo muy hilarante, donde las peleas pasarían a parecer más una obra de teatro y no una actividad guerrera. Entonces, o a los juglares les encantaban agregar ese toque dramático en sus recitados, o los guerreros medievales eran demasiado sociables, incluso entre flechas, lanzas y espadazos.
En cuanto a las dificultades, nada destacable.

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